"Nadie
fuera del Arte..."
El
Arte es un lenguaje complejo mediante el cual, en mayor o menor medida,
todos nos comunicamos . La reelaboración personal de lo que percibimos,
constituye el núcleo de la manifestación artística,
y su posterior exteriorización, no necesariamente con intenciones
comunicativas, es sólo la respuesta a la necesidad de materializar
nuestras vivencias emocionales y sensitivas.
El Arte es algo consustancial al hombre, como
lo es la razón o la fantasía, y como cualquier otra característica
humana se manifiesta con diferente intensidad en cada una de las personas.
Los artistas serían aquellos que de forma
expresa concentran su esfuerzo en cultivar y desarrollar este rasgo
humano, pero de ningún modo los únicos depositarios de
un "don innato" reservado a una minoría agraciada. Esfuerzo,
estudio, trabajo, disciplina, rigor… voluntad y determinación,
además de la dosis de humildad necesaria para acceder al conocimiento,
son ese "toque Divino" al que "ab aeterno" se invoca
como causa de tal prodigio. Es fundamental que esto se asuma sin reservas,
necesario para que la creencia de que la capacidad artística
está inmersa en el reino de la ciencia infusa y el culto excesivo a la "improvisación
de la nada" y la "ocurrencia nunca vista" como único
valor no depare en la devaluación progresiva de lo que, como
toda actividad humana, se ha alcanzado con la suma de múltiples
aportaciones producto de la dedicación de ilustres antecesores.
Nadie está excluido, el Arte se aprende,
se desarrolla, se fomenta como cualquier otra potencialidad del hombre,
y en la misma medida se disfruta de sus esencias.
Nadie está fuera del Arte si orienta su
anhelo hacia el reforzamiento de las estructuras mentales y los recursos
materiales como sustento de la vivencia artística, siendo esto
último además de medio, generador de estímulo y
catalizador de nuevas propuestas y planteamientos. La actuación
sistemática y autocontrolada es la mejor aliada del impulso creativo
y la inspiración.
De
forma resumida, mis anteriores palabras expresan la filosofía
con la que trato de ser coherente en mi doble condición de Profesor
de Arte/Artista.
En
la condición de Profesor de Arte, son ya algunos los alumnos
que he tenido la fortuna de instruir desde lo más
elemental, lo cual me ha dado ocasión de comprobar suficientemente
que la aplicación de tales conceptos producen unos resultados
sorprendentes, aún cuando muchos de estos jóvenes comenzaron su aprendizaje
con el escepticismo derivado de su previo convencimiento sobre las escasas
o nulas "dotes naturales" que les asistían; tras constatar
su decidido interés por aprender, he de resaltar la facilidad
con que el alumno supera sus aprendidos prejuicios y, no sin dedicación,
se sumerge en este fascinante océano de satisfacción incompleta
y dulce sufrimiento que perpetuamente acompaña al "Trabajador
del Arte". En la actualidad, un número considerable de estos alumnos, continua
esta actividad en las distintas áreas del Arte, como profesionales
de la pintura, el diseño, la arquitectura… y, ¿cómo
no?, también de la docencia.
En mi condición de artista, siendo cierto que desde mi infancia
fui de los favorecidos por la falsa teoría que consagra a los
"nacidos con el Don", la actitud dispuesta al aprendizaje
continuo, procesamiento interior y experimentación, es la característica
que siempre he perseguido. En mi proyecto actual, serie "Trazadores",
el espectador desempeña un importante papel. En las obras que
componen la serie, quiero dar la oportunidad, provocar, estimular la
capacidad del espectador para completar interiormente la obra. Mi objetivo
es producir composiciones que posibiliten la derivación múltiple.
Es importante en este caso tener presente los mecanismos de la percepción,
y no "decir" más de lo necesario, con el fin de favorecer
la aparición de un "desenlace final" a la medida de
cada observador. Los trazadores son composiciones abiertas, generadores
de diversas concreciones, donde la contemplación alcanza diferentes
niveles de satisfacción dependiendo de la disposición
y necesidades del que mira.
Pedro Roque
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